José Arlex Arias, Cartagena, enero 6 de 2020

El alcalde de Cartagena William Dau Chamat, de manera intempestiva, derrotó al que los analistas daban como al “cuasi alcalde”, William García Tirado, representante de las maquinarias y casas políticas; se podría decir que el 27 de octubre de 2019 es el día del batacazo electoral de Cartagena, puesto que en las encuestas Dau perdía por más de 20 puntos; en la medida como se conocían los resultados, los cartageneros, acostumbrados a la política de compra venta de los votos, no salían de su asombro. Entonces al finalizar el primer conteo de sufragios comenzaron a investigar quién fue el elegido, puesto que Dau llevaba cerca de 15 años viviendo en Estados Unidos y su curriculum y hoja de vida solo lo destacaban como un Veedor de Control. De hecho, su campaña fue la lucha contra la corrupción. La posterior ratificación de su elección por el escrutinio generó una gran expectativa en la población, que se divide entre los que lo aceptan con su forma de actuar “desabrochada y popular” y los que lo tildan del “loco” que no va durar ni siquiera cuatro meses en el Palacio de la Aduana.

 

Pero a este último sector, el alcalde Dau les ha venido callando la boca, en la medida en que, en una jugada de estrategia política, confeccionó un gabinete con una serie de personalidades en las Secretarías, de condiciones “variopintas” que van desde la rigidez académica, acérrimos luchadores contra la corrupción y la pobreza, defensores de los bienes y presupuestos públicos, las garantías ciudadanas y de un Plan de Desarrollo incluyente, hasta por quienes les ha gustado pasearse por diversos sectores de opinión en busca de mejoras personales. De saber amalgamar este gabinete y no ceder ante quienes tratarán de meter “gato por liebre”, va a depender no solo la unidad del gabinete sino la propia suerte de Cartagena. Los “malandrines”, como denomina el alcalde Dau a los corruptos, están por todos los lados y una de las pruebas de fuego la tendrá al tomar decisiones que afecten a los grupos políticos y empresariales que se esconden detrás del propio Concejo Distrital. El gabinete tiene personalidades que se están jugando su prestigio y credibilidad para contribuir a sacar adelante a la ciudad con esta Administración, pero no estarán tampoco dispuestos a continuar en ella si el alcalde Dau no marca un verdadero derrotero para cumplir sus promesas y comienza a dar “palos de ciego”. Por el momento, el gabinete distrital está catalogado como “de lujo”; le toca al alcalde demostrar que su “locura es cuerda” y tener la claridad para marcar el rumbo de la ciudad, escogiendo prioridades, puesto que en cuatro años es imposible recomponer los graves males de la “Heroica”.

 

Por eso es un aliciente que en su ceremonia de posesión pública en la vía Perimetral, -una de las zonas más deprimidas de la ciudad, de las más estratégicas y bonitas para la “gran industria turística”, a la cual no le invierten mientras no saquen a los pobres de allí, como ocurre con la Boquilla y los corregimientos insulares- el alcalde Dau haya pedido un plazo de seis meses para “organizar la casa”; pero además ratificó: “No vine a hacer promesas falsas. Llegué para romper las cadenas… Soy humano, sé que voy a meter las patas en algunas cosas, pero jamás va a ser de mala fe… No los voy a defraudar, voy a gobernar para todos ustedes… Vamos a salvar a Cartagena porque la generación actual de jóvenes fue capaz de venir al bate”. ¡Alcalde Dau: Las expectativas son grandes, Cartagena no aguanta más fracasos!

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