Norman Alarcón Rodas, Director Comité Intergremial de La Dorada y el Magdalena Medio

Hace ya un lustro que la empresa Hidromiel viene presionando por todos los medios la obtención de la licencia ambiental para el proyecto de trasvase del río Guarinó al río La Miel, con el fin, según lo han admitido públicamente sus directivos, de aumentar la capacidad de generación de la central hidroeléctrica Miel I y en esta forma mejorar la tasa de ganancia del capital invertido. Esta nueva generadora de energía se construye en el municipio de Norcasia, oriente de Caldas, con una capacidad de generación de 375 megavatios a través de tres turbinas accionadas por las aguas del río La Miel, la primera de las cuales estará operando a mediados del año 2002.

El río Guarinó, en el municipio de Victoria, sería represado y desviado a través de un túnel de 3.5 kilómetros de longitud hacia el río La Miel, lo que aumentaría el caudal de éste en una tercera parte, acrecentando la capacidad de generación de la hidroeléctrica Miel I. Según el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por Hidromiel al Ministerio del Medio Ambiente, de ser aprobado el proyecto, desviarían del Guarinó 29 metros cúbicos por segundo, a pesar de que, según los últimos estudios dados a conocer por el Ministerio del Medio Ambiente, el caudal medio del río Guarinó, en el sitio de trasvase, es de 28 metros cúbicos por segundo, lo que indica que se llevarían la totalidad de las aguas.
Desde un comienzo el Comité Intergremial y demás fuerzas vivas de la región objetaron este proyecto porque tendría un efecto grave para los cerca de cien mi habitantes de La Dorada, ya que en el sitio de trasvase se llevarían las aguas del Guarinó provenientes del Parque de los Nevados y del páramo de Marulanda, con lo que la bocatoma del acueducto de los doradenses, aguas abajo del trasvase, quedaría conectada con las aguas residuales del municipio de Victoria. Además, los impactos ambientales y socioeconómicos serían altamente negativos, tal como lo concluyen los tres conceptos técnicos emanados del Ministerio del Medio Ambiente, según los cuales la flora y la fauna sufrirían daños incalculables, amen de que en los suelos de la cuenca baja mermarían los niveles freáticos y por ende la productividad de los mismos.

A pesar de que dicho Ministerio ha emitido tres conceptos técnicos y un auto, en los cuales se rechaza el Estudio de Impacto Ambiental realizado por Hidromiel, esta empresa, de propiedad de Isagén y en vías de privatización, no ceja en su pretensión de obtener como sea dicha licencia ambiental. El telón de fondo de este asunto no es otro que los designios del capital financiero internacional, representado por el Banco Mundial, que está condicionando los empréstitos para La Miel I a la aprobación del trasvase del río Guarinó, con el cual obtendría grandes ganancias en muy poco tiempo, sin importarle en lo más mínimo las graves secuelas e impactos en los órdenes sociales, ambientales, productivos y de calidad de vida.

Todavía es tiempo de atajar este despropósito con el respaldo de las gentes progresistas de la región y del ámbito nacional, ejerciendo una fuerte resistencia a través de movilizaciones, investigaciones y recursos jurídicos, y denunciando las razones de fondo que se confunden con las ideas neoliberales de poner como prioridad la consolidación del capital financiero internacional en detrimento del progreso de los pueblos y de la auto determinación nacional.

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