Las ligas de usuarios de los servicios públicos domiciliarios, que le dieron vida a este periódico y las que, a la luz de la experiencia, se han ido formando y consolidando en estos años, desde la expedición de las leyes 142 y 143 de 1994, tienen unas tareas y responsabilidades que queremos resumir en este editorial del número 9 de El Usuario, que con no poco esfuerzo sale nuevamente.
Los millones de colombianos que habitan en las grandes ciudades de nuestro país y los que lo hacen en pequeñas y medianas poblaciones y en el campo, a lo largo y ancho de nuestra geografía, ven y sienten cómo la prestación o la falta de los servicios se ha convertido en la mayor agresión que política alguna haya desarrollado contra las inmensas mayorías nacionales. La avasalladora política neoliberal y sus medidas de entrega del patrimonio nacional, privatización, alzas desmesuradas en las tarifas de los servicios, modificación de los estratos, merma de los subsidios y creación de nuevas contribuciones para la industria y el comercio no monopolistas, hacen invivible la vida y niegan un mínimo de bienestar para millones de obreros, campesinos, comerciantes, capas medias y desempleados.
Con el nacimiento de las ligas y su continuo desarrollo, hemos logrado elaborar un programa que alumbra nuestra ruta y recoge las aspiraciones más sentidas de los usuarios de servicios públicos. Las modificaciones llevadas a cabo y las nuevas propuestas hechas por los últimos gobiernos para afianzar la apertura económica y propiciar el ingreso del país al ALCA y al TLC, nos obligan a enriquecer el programa, incluyendo, como primer y esencial punto de nuestra lucha, la resistencia a estas políticas que, acicateadas por el imperio del Norte y consentidas por quienes nos gobiernan, son el origen de todos los males que padecemos.
Para acrecentar nuestra influencia entre los usuarios y entre sus diversas organizaciones, debemos desarrollar un trabajo que, casa por casa, manzana por manzana, barrio por barrio y comuna por comuna, nos permita crear y consolidar una fuerza propia, capaz de atender sus problemas, apoyar sus reclamos, ayudar a organizar sus protestas y contribuir decisivamente en la orientación de sus luchas. Una vez consolidada nuestra influencia, debemos propender hacia la expansión del trabajo, constituyendo nuevas ligas.
En nuestro accionar en defensa de los usuarios debemos insistir en sostener una relación amplia, muy amplia en su contenido y sus propósitos, con aquellas personas y organizaciones que compartan nuestro punto de vista; pero tenemos que ir más allá, con audacia, paciencia y flexibilidad, buscar y entablar relaciones que nos permitan llegar a acuerdos, a alianzas y tareas conjuntas con aquellas organizaciones y dirigentes cívicos y populares que, aunque tengan diferencias con nosotros, también defiendan en los hechos los intereses básicos de los usuarios.
Para cumplir cabalmente con las tareas que nos hemos propuesto, debemos conocer y estudiar el problema de los servicios públicos. Es importante el conocimiento de las empresas, su historia y desarrollo, que está ligado a la historia del desarrollo económico nacional. Es necesario identificar y analizar las relaciones entre el capital privado extranjero y la prestación del servicio, su afectación sobre los distintos estratos, los planes y políticas de las empresas, las cifras de sus operaciones y las cifras nacionales de los diversos servicios públicos domiciliarios. También debemos conocer la legislación, los planes y programas del gobierno, los costos de prestación del servicio, las fórmulas para el cálculo de las tarifas, los métodos para determinar los estratos y todo aquello que nos permita entender el problema para poderlo explicar a los usuarios. Y la explicación debe permitir que los usuarios comprendan que la verdadera causa del problema es la presencia y el asecho del capital financiero imperialista en este sector vital para la vida del pueblo. Conocer el comportamiento del neoliberalismo y las constantes que afectan a los usuarios en la cobertura, prestación del servicio y tarifas, es una obligación para aquellos que quieran dirigir las ligas de usuarios. Si no es así, corren el riesgo de aparecer como charlatanes y no podrán dirigir porque simplemente no conocen el tema.
Creemos que las ligas deben tener entre sus tareas la constitución de Comités de Desarrollo y Control Social, contar con Vocales de Control y con representantes de los usuarios en las juntas directivas de las empresas y en los Comités de Estratificación. Deben mantener relaciones con las juntas comunales, ligas de consumidores, ediles, concejales, diputados y miembros del Congreso, para ampliar la influencia, difundir sus programas y propuestas y acrecentar su fuerza.
Si hacemos bien el trabajo de construir ligas de usuarios en cada sitio, aparecerá la necesidad de constituir una Coordinadora Nacional de Usuarios de Servicios Públicos que, identificada en sus propósitos fundamentales, promueva la resistencia nacional a la política del imperio norteamericano.
El sector servicios, no sólo los domiciliarios, es un blanco predilecto de la política imperialista. En ese sentido, la cuestión es si somos capaces de enfrentar con éxito la arremetida del capital extranjero. Para lograrlo, debemos orientar y acompañar a las masas en sus peleas, en las grandes y en las pequeñas, en las individuales y en las colectivas, porque todas las luchas permiten la educación política que requerimos para aunar esfuerzos y construir el más amplio frente que logre no sólo victorias parciales, si no el triunfo definitivo del interés nacional y, con él, el interés de los usuarios.