José Arlex Arias, Cartagena, agosto 17 de 2021

La profunda crisis económica y social que padecen los colombianos deja en claro el fracaso del modelo económico neoliberal, que de manera ininterrumpida han implementado los gobiernos de turno, desde 1989, con la firma del Consenso de Washington por Virgilio Barco Vargas –adhiriéndonos a un decálogo de obligaciones que sometieron al país al capital transnacional, al mismo tiempo que pauperizó aún más a las clases media y pobre–, hasta el actual de Iván Duque. Es este el tema que se está poniendo de relieve y discutiendo en las miles y miles de marchas organizadas y espontáneas que realiza el pueblo colombiano.

 

La discusión de esta grave crisis que viven los colombianos pasa entonces por el balance de lo que le ha dejado al país más de 30 años de neoliberalismo, como son una corrupción intolerable, la violencia utilizada como método de “persuasión”, la desmoralización y la pérdida de la ética, elementos e ingredientes de esos gobiernos. Por eso son trascendentales para este país las elecciones del Congreso de la República en marzo y las presidenciales en mayo del próximo año. Los colombianos tienen que decidir entre si se quedan con “los mismos con las mismas” –esos neoliberales de pura cepa, ortodoxos que trabajan para intereses ajenos al país–; con los disfrazados de alternativos que reciben las orientaciones neoliberales desde la embajada norteamericana, respaldando con sus votos al tanque de pensamiento neoliberal como la OCDE; o se aferran a una nueva esperanza. Por lo menos esas tres alternativas tendrán para escoger en el 2022.

 

La trascendental noticia es que se viene consolidando un Gran Acuerdo entre los productores nacionales del campo y la ciudad –agropecuarios e industriales–, empresarios, trabajadores, desempleados, clases media y pobre, y en general, todos los damnificados de la voracidad de ese capital transnacional. Es un Gran Acuerdo sin parangón en la historia nacional, el único con la capacidad de rescatar al país, que se refleja en la consolidación de la Coalición de la Esperanza, que propende por: i) Recuperar la confianza en la democracia, ii) poner la economía al servicio de la ciudadanía, iii) proteger la biodiversidad, y iv) proteger a la ciudadanía y a los territorios. Cuatro ejes que recogen todas las aspiraciones del pueblo colombiano.

 

Con acierto, Humberto de la Calle, Juan Manuel Galán, Juan Fernando Cristo y Jorge Robledo echaron a andar la Coalición de la Esperanza, mientras en el Partido Alianza Verde definían su estrategia electoral. La participación de connotados dirigentes de la Alianza Verde en sus últimos eventos denota que se fortalece la Coalición de la Esperanza, que también recibió la adhesión del partido Alianza Social Independiente (ASI), cuya presidenta, Berenice Bedoya, dijo: “Hoy adherimos a esta iniciativa que busca promover un país incluyente, en donde todos tenemos cabida, un país sin violencia, sin rencores, sin extremos”, y de Colombia Renaciente, que en la última sesión de su junta directiva tomó la decisión de que “se unirán a la Coalición de la Esperanza, manteniendo su independencia y apoyando la propuesta que consideran más viable para el país”. ¡Crece la esperanza de que el Sol brillará para todos!

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