Gustavo Rubén Triana Suárez, periódico de la CUT, diciembre de 2008
El 15 de septiembre estalló el paro de corteros de caña de mayor significación en la historia de la industria azucarera del país. Ocho mil quinientos corteros de ocho de los trece ingenios productores de azúcar y etanol bloquearon las entradas de las fábricas y se dispusieron a permanecer allí hasta conseguir una solución al pliego de peticiones, cuyos puntos apuntaban al corazón de la política de abaratamiento de la mano de obra, las cooperativas de trabajo asociado.
Cada ingenio fue bloqueado en dos o tres puntos por hasta cuatrocientos corteros que armaron cambuches, improvisaron cocinas y se sobrepusieron al calor, los zancudos, la falta de servicios sanitarios, el asedio permanente de los escuadrones del Esmad y la presión de los sindicatos de base, que jugaron del lado de los empresarios. En el transcurso del movimiento, los organismos de seguridad arrestaron a los huelguistas Óscar de J. Bedoya Muñoz, Ómar E. Sedano García y José Valencia Llanos, así como a dos asesores del senador Alexander López, Alberto Bejarano Schiess y Juan Pablo Ochoa.
Fueron más de cincuenta días de férrea resistencia e impecable organización, que permitieron despertar la solidaridad económica y la simpatía de todo el movimiento sindical. Diversos sectores sociales y políticos, columnistas y editorialistas de diarios nacionales y regionales, representantes de la jerarquía eclesiástica, entre muchos otros, manifestaron el rechazo a las cooperativas de trabajo asociado y reconocieron la justeza del movimiento. El sindicalismo internacional se vinculó con importantes ayudas económicas y una intensa campaña de divulgación del conflicto, conjugada con enérgicas conminaciones al gobierno de Uribe y a la oligarquía azucarera para que atendieran las peticiones de los obreros.
Los trece ingenios asentados en el valle geográfico del río Cauca han venido desmejorando las condiciones laborales recurriendo a las más oprobiosas formas de explotación. Eliminaron la vinculación directa de los corteros e iniciaron la tercerización laboral mediante la figura de los contratistas. Luego impusieron los contratos sindicales y ahora las cooperativas de trabajo asociado. Los cerca de veinte mil obreros que siembran, benefician y cosechan la caña carecen de contrato individual de trabajo, no cuentan con estabilidad laboral, trabajan hasta catorce horas diarias, ven restringidas las dotaciones de herramientas e implementos de seguridad y cuando sufren incapacidades permanentes, no son reubicados por los ingenios. Los planes o auxilios para vivienda, educación y recreación son casi inexistentes. Las empresas no solo los engañan con el pesaje de las toneladas de caña cortada, sino que les hacen deducciones por materia extraña, herramientas, transporte, administración de la cooperativa y hasta para pagar los capataces.
La paciencia se agotó y en un lapso de seis meses, se dieron a la tarea de organizarse y establecer formas de coordinación entre los distintos ingenios y municipios para librar la lucha.
La iniciativa tomada por el senador del Polo Democrático Alternativo, Alexander López, de convocar a una Audiencia Pública en el municipio de Pradera sobre agrocombustibles, medio ambiente y condiciones de trabajo en la zona cañera impulsó aún más los planes de organización y concientización. Los corteros concurrieron a la audiencia en forma tan masiva, que ese día no asistieron al trabajo más de cuatro mil hombres. Los ingenios saltaron en cólera y suspendieron a las cooperativas cuyos corteros participaron en el evento. Los obreros reaccionaron aligerando las preparaciones, consensuaron el Pliego de Peticiones entre Sinalcorteros, Sinaltrainal, el Movimiento 14 de Junio, los corteros independientes y la CUT Valle, agotaron los contactos con Asocaña, la gobernación del Valle, la oficina del trabajo y el parlamento, y, con la vocería de la CUT, advirtieron al ministro de Protección Social y a los gremios económicos sobre la inminencia del conflicto. El lunes 15 de septiembre, el Comité de Huelga, conformado por representantes elegidos en cada uno de los ingenios, decretó la hora cero. La emblemática batalla obrera arrancó a las cuatro de la mañana en casi todos los frentes.
Merece principal relevancia la línea de masas que imperó en la conducción del movimiento. Se hicieron dos grandes movilizaciones en Cali, numerosas manifestaciones de mujeres en Florida, Pradera y demás municipios, salieron a las carreteras comisiones de recolección de solidaridad, se organizaron brigadas de mujeres para persuadir a los esquiroles y se montaron ollas comunales en los barrios de corteros para alimentar a las esposas e hijos. En fin, todo fue siempre con las masas y obedeciendo a formas e instancias organizativas precisas. El papel de la CUT nacional y regional fue impecable en la conducción táctica del movimiento. Los dirigentes de la Central brindaron permanente apoyo a las actividades de organización y movilización, como también a la negociación y la consecución de la solidaridad económica. Se calcula que el sostenimiento de la huelga pudo costar más de 150 millones de pesos.
La CUT se echó al hombro la difusión y búsqueda de apoyo al conflicto. Destacó el Paro de corteros en la Jornada Mundial por el Trabajo Digno del 7 de octubre y dispuso junto con Fecode y la Gran Coalición Democrática adelantar la Jornada Nacional de Protesta y Paro Estatal del 23 de octubre, de la cual se marginaron las centrales CGT y CTC. Recordemos que los siete sindicatos de base de los ingenios terminaron siendo un factor de presión contra el paro. Publicaron avisos de prensa pidiendo levantar los bloqueos, sabotearon la Sesión de la Comisión Séptima del Senado en Palmira, propiciaron enfrentamientos y le hicieron el juego a Uribe Vélez al calificar al movimiento de ilegal e infiltrado y dirigido por personas extrañas y sospechosas de tener vinculación con grupos ilegales.
Relevante fue el compromiso del PDA con el paro. Además de los pronunciamientos y los significativos aportes económicos de la dirección nacional y varios de sus parlamentarios, fue de gran aliciente para el ánimo de los huelguistas la visita a los bloqueos del presidente del Partido, Carlos Gaviria, los parlamentarios, Alexander López, Jorge Enrique Robledo, Parmenio Cuéllar, Gloria Inés Ramírez, Luis Carlos Avellaneda, Pedro Obando, Venus Albeiro Silva, Wilson Borja, Germán Navas, Gustavo Petro y Franklin Legro, la diputada del Valle Ana Milena Ortiz y los concejales Jaime Caicedo de Bogotá, Wilson Arias de Cali e Ibis Camilo Yaguas de Palmira. Es la conducta que los obreros esperan del Partido que se ha convertido en la esperanza de los desposeídos y explotados de Colombia. Igual reconocimiento debe tenerse con el compromiso de las senadoras del Partido Liberal, Piedad Córdoba y Griselda Yanet Restrepo.
Al cabo de cincuenta y cuatro días de paro se firmaron acuerdos, primero en los ingenios Cauca, Castilla, Providencia, Pichichí y Tumaco y varios días después en Manuelita y Mayagüez. Al cierre de esta edición los dueños del ingenio María Luisa se negaban a negociar y por lo tanto se mantenía el paro de sus 180 corteros. El movimiento fue reconocido, los asesores sindicales admitidos en las negociaciones, el pliego discutido sin levantar los bloqueos y los acuerdos firmados a dos años con ajustes de lo económico en el IPC para el 2009. No obstante que la contratación directa no se alcanzó, se avanzó sustancialmente en el pago por tonelada cortada con aumentos promedios del 12%. También en la jornada de trabajo, máximo hasta las 4 de la tarde, en la dotación de herramientas y elementos de seguridad suficientes y a cargo de los ingenios, en la reubicación del personal incapacitado, el pago oportuno de las incapacidades, los planes de vivienda y educación, el control al pesaje concertados con los corteros y las no represalias, entre otros. El paro puso en el más alto plano la discusión sobre la tercerización laboral y particularmente desenmascaró la forma como se birlan los derechos laborales con las cooperativas de trabajo asociado. Los corteros consolidaron sus organizaciones, se reincorporaron a laborar con sus filas fortalecidas y con la convicción de que la lucha solo terminará con el establecimiento de un gobierno democrático que rescate la soberanía nacional y restablezca los derechos de los trabajadores y del pueblo.