José Arlex Arias, Cartagena, agosto 5 de 2019

A raíz de la sistemática arremetida para asesinar a dirigentes colombianos, cayendo acribillados líderes sociales, comunales, sindicales, cívicos y políticos de todos los partidos, la sociedad se levantó el 26 del pasado mes de julio en multitudinarias marchas realizadas en 57 ciudades de Colombia y 53 del exterior –miles, según informes de prensa– para exigir al gobierno de “UriDuque” que se ponga al frente no solo para garantizar la seguridad social de ellos, sino también para investigar quiénes son las personas u organizaciones que se encuentran actuando detrás de los sicarios; con autores intelectuales que no dan la cara y que desde hace muchos años son uno de los factores de desestabilización de la sociedad colombiana.

 

Una de esas marchas convocadas por las organizaciones sociales tuvo lugar en la Plaza de la Paz en Cartagena, evento al cual se apareció el presidente Iván Duque, lo que fue interpretado por los asistentes como una afrenta, pues no está en su lógica que el principal representante del gobierno contra el que se está haciendo la marcha se aparezca a tratar de dar a entender que la situación no es con él. Pero es que la actitud en general de todo el gobierno “UriDuque” ha dejado un mensaje ambiguo al momento de rechazar estos asesinatos. Tratan de negar la sistematicidad, o sea, un plan organizado para eliminarlos, empleando argumentos poco sólidos, como que se cometen en diferentes partes del país y no tienen relación de causalidad entre ellos. Pero además, dirigentes de este gobierno han argumentado que se trata de “líos de faldas”, “son casos aislados”, “tienen pasado judicial”, o simplemente “son personas malas matando a buenos”, o negando la existencia de “falsos positivos”. Estas versiones no han sido rechazadas por el Primer Ejecutivo de la Nación, con lo cual demuestra que el compromiso del gobierno “UriDuque” por desvertebrar a las organizaciones que están detrás de los asesinatos es solo “de dientes pa’ fuera”. Esa es la principal razón de esa rechifla, no de agresiones, que nunca las hubo.

 

Pero existen otras razones más de fondo que dieron motivo a la sonora rechifla y tienen que ver con la profundización de las penalidades de la población. No en balde cerca del 70 % de los colombianos rechaza la gestión del gobierno “UriDuque”, que se inauguró imponiendo una Reforma Tributaria disfrazada como Ley de Financiamiento, que ha venido generando y/o aumentando los impuestos sobre las clases media y pobre, mientras se los rebajó a los más ricos y potentados; hizo aprobar la vinculación de Colombia a la OCDE con lo cual avanzará más en el modelo neoliberal, lo que quedó patentado en un nefasto Plan Nacional de Desarrollo, cuyas consecuencias se comenzarán a sentir en los próximos meses con nuevas reformas tributarias –disfrazadas también– en los entes territoriales y reformas laborales para legalizar todo tipo de relación informal, atropellando más a los trabajadores; y aprobará una reforma pensional que terminará por limitar el acceso digno a esta reivindicación universal, colocando impuestos a quienes durante muchos años de trabajo generaron los recursos suficientes para hoy ser pensionados, que no es un privilegio sino un derecho que acumularon y conquistaron. ¡En fin, fue una rechifla que consideraron justa!

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