Ponencia presentada por Gabriel Fonnegra al XIX Encuentro de Ciencias Sociales, Tunja, 8 de octubre de 2018.
Resumen
Frente a quienes sostienen, con un criterio peyorativo, que “ahí no hubo revolución, ni independencia ni nada”, la ponencia plantea que la Guerra de Independencia liderada por Bolívar y Santander le despejó el camino a la revolución democrática en Colombia, hizo parte de la Revolución Burguesa Mundial y resolvió el objetivo principal que se había propuesto, la conquista de la soberanía nacional y la instauración de una república parlamentaria.
Fue la primera etapa de la revolución democrático-burguesa. La segunda, que apuntaba a desarraigar las relaciones feudales en el campo para ir abriendo el paso a un capitalismo autóctono, solo se inició en forma años después con la Revolución del Medio Siglo, encabezada por José Hilario López y Tomás Cipriano de Mosquera.
- La memoria histórica configura uno de los pilares en la lucha por la soberanía, porque afianza la identidad de la nación. La historia toma cuerpo en el presente como lucha ideológica entre las distintas vertientes.
El próximo año se celebra el Bicentenario de la Batalla de Boyacá. Junto con las celebraciones oficiales, habrá con seguridad otras, digamos alternativas. ¿Qué carácter deberán dárseles y con qué objetivos centrales?
- Toda revolución empieza desbrozando la ruta es en el campo de la cultura, que abona los sembríos para el cambio político. En la Nueva Granada, ya desde la Colonia, un conjunto de hechos apuntó en esa dirección. Se destacan las reformas educativas impulsadas por el Despotismo Ilustrado, el papel que cumplieran José Celestino Mutis y los demás científicos integrantes de la Expedición Botánica, como también las logias masónicas, las tertulias de las Sociedades Eutropélicas, las Sociedades Patrióticas de Amigos del País y el Arcano Sublime de la Filantropía, la Imprenta Real y la Imprenta Patriótica, la primera Biblioteca Pública, el Observatorio Astronómico, y, en fin, los primeros periódicos y el movimiento estudiantil. En las postrimerías del Siglo de las Luces fue notorio el influjo que ejercieron sobre las clases ilustradas la Constitución de Filadelfia, la Declaración de los Derechos Humanos y los textos de los filósofos empíricos y utilitaristas. Y todo lo anterior, en medio de un activísimo intercambio epistolar.
- La contradicción principal fue la que se dio entre el imperio colonial y la nación en su conjunto. Fue lo que entendió Simón Bolívar, al conseguir unir en un solo frente a las distintas clases de la sociedad. El estar integrado el bando independentista por sectores con intereses tan disímiles e incluso contrapuestos es lo que explica que, propiamente, no hubiera al mando un programa económico. La lucha por la independencia fue el solo eje que permitió al final unirlos a todos, en guerra abierta contra el rey Fernando VII y su experimentado ejército.
Hubo contradicciones internas, como la que se dio entre los centralistas y los federalistas. Lo que le convenía a la nueva república era el centralismo, pero fue un pleito secundario que terminó volviéndose antagónico y que degeneró en la primera guerra civil del siglo XIX. Cobró también importancia, aunque menor, la pelea que libró Antonio Nariño contra el primer presidente del Estado de Cundinamarca, Jorge Tadeo Lozano.
- La clase dirigente de la Revolución de Independencia fue la burguesía comercial, ligada a la economía mundial por el libre comercio, que empezaba a extenderse en el Caribe –pues el mar era inglés desde el Tratado de Utrech–, y vinculada a la ideología más avanzada de la época, encarnada en la Ilustración francesa e inglesa, principalmente, con Montesquieu, Rousseau, John Locke, Adam Smith y Jeremías Bentham. Un sector independentista, el que representaba Camilo Torres, asumió la escolástica tardía de Suárez, Mariana y Vitoria (Ocampo, 2013).
- Frente a quienes aducen que la Revolución de Independencia fue un fenómeno de élites cabe una pregunta elemental. ¿Cómo se logró sostener una guerra tan prolongada, y además victoriosa, contra el imperio más poderoso de la época? El republicanismo, la idea de independencia y el sentimiento antiespañol habían calado muy profundamente entre la gente del común, tal como lo demuestran los muchos levantamientos previos al Veinte de Julio y los motines que siguieron y que se coronaron encerrando en la cárcel al virrey, la virreina y los oidores. También entre las clases adineradas, y en especial, la de los comerciantes, se incubaba el sentimiento de ser americanos, con intereses contrapuestos a los del vasto imperio colonial.
Entre los antecedentes de la Revolución de Independencia, cabe mencionar, en primer término, la Revolución Comunera de 1781 (Quesada, 2011). Además, la insurrección de Manuel Gual en La Guaira, 1802, los motines y asonadas de Charcas (25 de mayo de 1809), La Paz (16 de julio y 25 de octubre de 1809), Quito (10 de agosto de 1809), Pore (2 de febrero de 1810), Caracas (19 de abril), Cartagena (22 de mayo), Buenos Aires (25 de mayo), Mompox (2 de julio), Cali (3 de julio), Pamplona (4 de julio) y El Socorro (10 de julio).
- Sí hubo un verdadero Grito de Independencia. Hay quienes aducen que lo del Veinte de Julio no fue un Grito de Independencia sino antes bien un fraude, por haber declarado en forma expresa la lealtad al rey borbón. La impugnación queda resuelta si se entiende que el Acta de Independencia no fue un Manifiesto de partido, sino la relatoría de una negociación entre dos partes enfrentadas, los patriotas y la autoridad virreinal, agrupados en la recién proclamada Junta de Gobierno. Aun así, la Junta de Gobierno de Santafé, presidida por Acevedo y Gómez, sí declaró de hecho la Independencia en dicha Acta, al proclamar como principio la soberanía popular y ponerle a Fernando VII una somera pero rígida condición que él no podía cumplir: “Venir a gobernar entre nosotros”.
En el resto de Nuestramérica, los afanes independentistas también se vieron encubiertos con la fórmula astuta de la lealtad al rey Fernando VII. El marqués de Wellesley, hermano del duque de Wellington, lo vio claro: la dependencia declarada por los criollos en sus actas “era puramente nominal”, porque decían obedecer a un rey que estaba preso y no podía mandar.
Lo que dictó los términos del Acta, en apariencia tan ambiguos, fue la cautela de aquella clase de comerciantes ricos. Las noticias de la metrópoli duraban meses en llegar y la capital del Virreinato estaba custodiada por el ejército español. Si en los días siguientes la tropa no ejerció represión violenta contra los amotinados encabezados por José María Carbonell, fue porque el comandante de la guarnición santafereña era un criollo, el capitán Antonio Baraya.
Lo anterior no significa que no hubiera en el bando criollo profundas controversias entre autonomía e independencia y entre república y monarquía constitucional, resueltas al final a favor de la independencia y la república. Se dio aquí un fenómeno de gradualidad, a semejanza de lo ocurrido en la Revolución Francesa, que se fue radicalizando por etapas: de la Constitución de 1789, todavía monárquico-constitucional, pues reconoce al rey Luis XVI como primera autoridad, se pasó al régimen de La Gironda y después a la dictadura jacobina de 1793. En la Nueva Granada, la posición independentista se fue decantando con los meses, aunque desde el principio hubo sectores más decididos que otros. Mompox declara la independencia absoluta el 6 de agosto de 1810, por influencia del padre Juan Fernández de Sotomayor, mientras que todavía en abril de 1811, la Constitución del Estado de Cundinamarca es monárquica y católica y debe ser Nariño quien la reforme tras un levantamiento popular.
¿Por qué tanta disparidad? Porque en los primeros años de la república no había propiamente unidad nacional, sino un archipiélago de juntas de gobierno, tantas como centros urbanos, y cada una con su propia Constitución. Es la Constitución de Cartagena, el 11 de noviembre de 1811, la que va a definir el pleito, y de una vez por todas.
- La contradicción de los criollos con España era real, por los impuestos, por el aplastamiento de la manufactura nativa y por el monopolio de la Corona sobre la exportación de oro y plata y sobre la importación de mercancías. Los criollos ricos, principalmente comerciantes, hacendados, esclavistas, hombres de letras y gente de profesiones liberales, se hallaban descontentos además porque el centralismo burocrático del Despotismo Ilustrado los había desplazado de todo cargo clave en el Virreinato.
Los agricultores del tabaco y la caña, en los Santanderes, Cundinamarca y el valle del Alto Magdalena, se oponían al estanco, la alcabala, los pontazgos y los portazgos. Lo venían haciendo incluso desde décadas antes. Fue lo que provocó la Revolución Comunera.
Los mineros rechazaban el impuesto del quinto real.
Los indígenas de la Sabana exigían que les fueran devueltas las salinas. Fue lo que en 1781 llevó al cacique Ambrosio Pisco a sumarse a los comuneros en Zipaquirá.
Los esclavos pedían libertad.
Los sectores ilustrados repudiaban el oscurantismo teocéntrico y defendían la soberanía popular y la república democrática. Desempeñó un papel destacado el movimiento estudiantil, muy activo en las principales ciudades y que tuvo su despertar en la conspiración de las pasquines de 1794.
- No puede haber una revolución triunfante sin un marco propicio en la arena internacional. Es una ley histórica. Los dirigentes criollos aprovecharon la coyuntura originada en la invasión napoleónica, que puso en crisis al imperio español.
La clase dirigente era una burguesía internacionalista, que miraba a Inglaterra como la retaguardia estratégica. Miranda estuvo en tratos con Pitt desde finales del siglo XVIII y recibió de él apoyo económico, por conducto de Hislop y Campbell, a quienes también apela Bolívar, para intentar fundar una república bajo protectorado inglés (Madariaga, 1949). Pero Inglaterra jugó doble. Estaba aliada con España en la guerra contra Napoleón y no apoyó al principio la Guerra de Independencia. Solo desde 1818, derrotado Napoleón, Inglaterra va a secundar con tropas, armas y dinero al gobierno de Angostura, presidido por Zea.
Tampoco EU la respalda, primero, por estar metido en la guerra contra Inglaterra y, después, por estar negociando el Tratado Adams-Onís por La Florida. Pero EU reconoce a la República de Colombia en 1822 y, al año siguiente, proclama la Doctrina Monroe, de carácter republicano y antimonárquico, que se convierte en una talanquera a las ambiciones recolonizadoras y monárquicas de la Santa Alianza.
Tampoco Roma. Tanto el Papa Pío VII, en la encíclica Etsi longissimo (1816), como el papa León XII en la Encíclica Etsi iam diu (1824), condenan ex cátedra la independencia americana. Santander lima asperezas con la Iglesia y consigue finalmente el reconocimiento.
Solo quedó en firme la Haití de Pétion, que le salva a Bolívar el proyecto estratégico. Bolívar le escribía a Petion en 1816: “No sé, digo, si he de nombrar a V. E. como el autor de nuestra libertad”.
- La República de Colombia es creada por el Congreso de Angostura el 17 de diciembre de 1819 y une a Nueva Granada, Venezuela y Quito. El nombre es de Miranda. El Congreso cita la Asamblea Constituyente de Cúcuta, en la que participan 95 delegados por 19 provincias granadino-venezolanas. Se reconoce a Bogotá como la capital. Las distintas facciones se comprometen solemnemente a no modificar la Carta Magna en los siguientes diez años. Simón Bolívar lo hizo en forma expresa.
- Bolívar fue el jefe indiscutible, el estratega político y militar de la Revolución de Independencia. Su principal mérito, haber logrado unir a los sectores sociales más disímiles y a un grupo de ambiciosos caudillos militares, comprometiéndolos a militar bajo su mando en una guerra prolongada contra el imperio militar más poderoso del momento. A partir de 1826, una vez aprobada la Vitalicia, el Libertador comenzó a derivar hacia tendencias cesaristas y conservadoras, que rompieron la unidad protocolizada en Cúcuta y acabaron desintegrando su obra, la República de Colombia (Moreno de Ángel, 2015).
Santander fue el constructor del Estado-nación en un país disperso y atrasado. Su principal mérito, haber salido en defensa del régimen republicano y democrático consagrado por la Constitución de Cúcuta.
- La Guerra de Independencia resolvió el problema fundamental, el de la soberanía. Fue su principal logro. Por lo disímil de los intereses representados en el frente, no estaba entre sus objetivos resolver ni el latifundio ni la esclavitud. No abolió tampoco el estanco del tabaco, porque es “el único medio de cobrar algo en efectivo”, le escribe Bolívar a Santander. Cuatro lustros de guerra habían dejado vacías las arcas del Estado y destrozada la economía.
Se equivocan así quienes aducen, señalando que el nuevo gobierno republicano no abolió el latifundio ni anuló por completo la esclavitud, que la de la Independencia fue una revolución traicionada.
- La Guerra de Independencia creó la conciencia de la nacionalidad y sentó las bases para el Estado nacional, pero el país no contaba con una base económica que le permitiera superar las relaciones feudales, consolidar un mercado interno y echar los cimientos de la industria. Durante el siglo XIX, la tarea avanzó en medio de las dificultades, por ser Colombia un país muy disperso y despoblado –poco más de un millón de habitantes en una extensión de más de dos millones de kilómetros cuadrados–, de difícil topografía, atrasado tecnológicamente y sin vías de comunicación, ni capital acumulado, ni abundante mano de obra libre. Tampoco fueron un escollo menor las ocho guerras civiles de carácter nacional.
Son José Hilario López y Tomás Cipriano de Mosquera, el principal líder democrático del siglo XIX, quienes van a intentar crear, infructuosamente, las premisas del capitalismo. Al fracasar sus tentativas, por múltiples causas, Colombia entró en la era del imperialismo con una estructura productiva en la que seguían predominando la economía extractiva, señorial y artesanal, y con un sistema educativo regido por la Iglesia.